El Colegio de México, en su informe de Desigualdades 2018, revela un análisis del comportamiento y pronóstico de las desigualdades en nuestro país, con el objetivo de promover acciones en los diferentes sectores para contraatacar la brecha de oportunidades, sobre todo para que durante esta época electoral, los candidatos presidenciales puedan enriquecer sus propuestas en relación con la desigualdad en México y en un futuro llevarlas a la práctica.
A continuación, te presentamos una semblanza de las desigualdades en México, haciendo énfasis en la situación actual de los migrantes repatriados, además de los complejos obstáculos que enfrentan después de su intento por cambiar su vida en suelo americano.
Para ello, tomamos como primera fuente el informe de Desigualdades 2018, con el objetivo de dar a conocer la dura realidad que se sufre en México, y con la esperanza de difundir este tipo de contenidos, los cuales valen la pena hacer virales.
Retorno al infierno de la pobreza
Llegar de Estados Unidos para re-ubicarse nuevamente en México, no es fácil. Por algo se atrevieron a irse, seguramente para encontrar las oportunidades que su tierra no les dio.
Los paisanos, al ser repatriados a su lugar de origen, se topan con desempleo, trabajos informales, salarios insuficientes y la misma pobreza que creían haber dejado atrás.
Mientras que en México, la edad laboral es bastante cerrada (de 25 a 35 años aproximadamente), en Estados Unidos no se discrimina por la edad, todavía hay trabajo para quien tenga las ganas y la fuerza de hacerlo. Entonces, cuando llegan los migrantes y buscan una forma de emplearse, se encuentran con que si pasas de los 40 años, las posibilidades de empleo son bajísimas.
Y sí, Estados Unidos es uno de los países con una gran complejidad de discriminación; no obstante, un mexicano solo enfrenta la mala suerte de ser latino; no como aquí donde hay obstáculos por la edad, el género, la clase social, el lugar de residencia y por si fuera poco, si eres de tez morena en un país de latinos, resulta que tampoco mereces las mismas oportunidades que un latino con una piel un poco más clara.
Tener estudios universitarios tampoco es garantía, ni para los migrantes ni para los que se quedaron
Es cierto, contar con un nivel alto de educación te ayuda bastante a combatir la brecha de desigualdad, pero no es suficiente, la educación en nuestro país se enfrenta a varios matices, por ejemplo: cuestiones geográficas, sociales y de desarrollo.
Aunque se podría pensar que el programa educativo que rige la educación básica es el mismo, sea en planteles públicos o privados, y en comunidades urbanas o rurales, la realidad es que existe una profunda fisura en éste.
Un estudiante de un colegio privado en la Ciudad de México, al concluir la educación básica, cumple al menos con el nivel escolar y de conocimientos requeridos, es bilingüe, sabe computación y no se enfrenta a una desigualdad tecnológica. Por otro lado, un ‘estudiante brillante’ que se supone cursó las mismas materias en una zona rural, se enfrenta a un rezago educativo alarmante.
Al alcanzar un grado universitario, las cosas tampoco son equitativas, todo lo contrario. La clase media universitaria ha sufrido grandes pérdidas, es decir, las personas con mayor rango educativo ganan 34 pesos la hora y laboran bajo esquemas informales y sin prestaciones. Por otro lado, un trabajador de limpieza en Estados Unidos gana 10 dólares por hora, que equivalen a 200 pesos mexicanos, casi una jornada entera de un trabajador profesional promedio en nuestro país.
También hay migrantes mexicanos con carreras universitarias que vivían de forma ilegal en Estados Unidos, mismos que fueron repatriados. Ellos regresan desesperanzados, a tener que lidiar nuevamente con salarios raquíticos, cuando hace poco ya tenían una casa, empleo fijo y bien remunerado, incluso amigos… una vida que solo pocos en México pueden aspirar.
Aquí en México la pobreza es para toda la vida
A pesar de ser una de las economías más grandes de América Latina, México no ha logrado romper la brecha de movilidad social; en promedio, el 98% de los pobres seguirá siendo pobre toda su vida, mientras que sólo el 2% tiene la posibilidad de cambiar su entorno económico. No obstante, se sabe que ese 2% tuvo que invertir el doble de esfuerzos y de tiempo, a comparación de una persona que creció en una clase más favorecedora.
Las cosas tampoco pintan bien para la clase media, quien tampoco tiene muchas posibilidades de ascender en la pirámide, pues se enfrentan a un mundo de empleos informales con salarios cada vez más bajos, a pesar de contar con estudios universitarios.
Con el paso del tiempo la clase media se va dando cuenta de su rezago económico, ‘las cosas ya no son como antes’, en épocas mejores por lo menos la familia podía salir de vacaciones una vez al año, ahora hacerlo es considerado como un lujo que recuerdan con nostalgia.
Si así ha resultado para la clase media, para los que viven en situación de pobreza, la vida se ha encajado más. Por lo menos, el 76% de los niños que nacen en este tipo de hogares, permanecerán toda su vida dentro de ese mismo entorno, con muy pocas posibilidades de cambiar su panorama.
Por último, hay que señalar que recientemente la política migratoria de Donald Trump ‘cero tolerancia’, está acabando con el sueño americano… casi 2 mil niños han sido separados de sus padres y puestos -por mandato inhumano- en jaulas, mientras que sus padres son extraditados.
Al parecer esos niños, que ahora enfrentan un futuro incierto, en caso de no tener un familiar en Estados Unidos que pueda acogerlos, tendrán la posibilidad de ser dados en adopción o de ser re-ubicados con familias de ese país. Si es así, quizá ellos a diferencia de sus padres, puedan formar parte de ese honorable 2%.